lunes, 4 de septiembre de 2017

Final de las Vacaciones. Se inicia el curso escolar.


Como es tan alto para su edad se sienta en la última fila.


La edad es algo muy interesante en la vida del ser humano. Llegar a la tercera es --para algunos-- un problema… pero prefiero verlo como una segunda oportunidad de revivir experiencias inigualables renovadas por nuestros descendientes.
 ¿Por qué lo digo?... Pues  sencillo. Hoy se inició el curso escolar y mi nieto Bryant, quien desde hace varios días estaba esperando el regreso a las aulas por fin se reencontró con su maestra y amiguitos.
A las seis de la mañana lo desperté --porque se quedó el fin de semana en mi casa distante varios kilómetros de su escuela—y me asombró su reacción cuando mencioné la frase: “A levantarse que se hace tarde para la escuela”.
No hubo que llamarlo dos veces, enseguida se tomó su desayuno se aseó y se vistió con su uniforme escolar, aunque faltaba la camisa porque… como ha crecido, tanto hubo que mandarle a hacer una nueva y anoche fue que la costurera la terminó y la llevó a casa de su mamá.
Briant con su maestra .
Luego de la rutina de viajar en lo que aparezca pudimos llegar a tiempo a la escuela y allí la explosión de entusiasmo por el reencuentro y los comentarios de los lugares visitados en las vacaciones fueron tema de conversación entre los infantes.
Al llegar vi con alegría y orgullo que los enseres escolares, libro, libretas, cuadernos de trabajo, acuarelas, lápices de colores y crayolas estaban ordenados en cada pupitre para todos y cada uno de los niños.
 Bondades del sistema que gratuitamente asegura – a pesar de las dificultades del país--  la educación a todos los niveles.
Sinceramente me sentí como en mis tiempos de primaria allá por la segunda mitad del siglo XX.
Con la gran diferencia de que en esos tiempos era una preocupación para mis padres logar que sus 4 hijos fueran adecuadamente a la escuela con los materiales que exigían tanto las privadas como las públicas.
Mi nieto loco de contento porque comienza su segundo grado. Le encanta aprender cosas nuevas y dice que va a estudiar computación. Veremos que le depara el futuro.  Por lo pronto me sentí feliz porque tiene la educación asegurada. Solo debe aprovechar muy bien su tiempo para asegurar su destino aprovechando las oportunidades que le da la vida. Ahora no lo entiende por eso nosotros, los adultos mayores tenemos que guiarlos. Esa es una de las bellezas de la tercera edad. Ser el soporte elemental de la familia y la guía de los más pequeños. ¿No creen?







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