Foto cortesía Icarón
Con un renovado elenco masculino, la premiada obra teatral del grupo
Icarón, de Matanzas, se presenta esta temporada otoñal en la sala El Mirón
Cubano y exhibe su excelencia dramática a más de una década de su estreno. Dirige Miriam Muñoz, quien crea un dueto con el actor Lázaro Castillo. El diseño escénico es del
maestro Rolando Estévez
La excelencia de la puesta en escena de Miriam
Muñoz con la obra Flores de papel, continúa galardonando al grupo Icarón, de Matanzas,
durante esta temporada otoñal en las tablas de la sala El Mirón Cubano.
El argumento del dramaturgo chileno Egon Wolff posee
vigencia: una mujer dominada por la soledad y un deseo sexual irresistible,
cede y deja entrar en su casa a un
desconocido.
La Primera Actriz interpreta el personaje de Eva con intensidad y expresa
su pasión in crescendo. Es tan
natural y creíble, que se eleva sobre cualquier
fórmula epocal.
La figura se estructura en moldes rígidos que se
reblandecen con la desnudez y el roce continuo del refugiado, en un juego de
desbalances emocionales, que significan la aceptación de un estatus moral en
decadencia.
El desafío se origina a partir de la contrafigura. Representar
el envite con La Muñoz,
resulta una encrucijada para el joven histrión
Lázaro Castillo, en el papel de Merluza,
oportunidad que aprovecha para mostrar con acierto los singulares matices
del personaje y propiciar los puntos de giro..
El actor se presenta brillante en el desplazamiento
escénico, en el frenesí de la involución y el complot concebido, incluso emerge airoso de la compleja textualidad
literaria, manifiesta mediante trazos de cinismo, sensualidad
y afirmación de un rencor amenazante.
Merluza es un
personaje de vértices dramáticos. Lo mismo consuma una introversión a fases
infantiles, que emite un gesto de crueldad, al filo del sadismo, en un andar
por las zonas oscuras del alma..
El diseño escénico del maestro Rolando Estévez transita
con la obra. Lleva al espectador hacia el aplastamiento de la figura femenina ante
el poder de un hombre vulgar y terrible. La imagen plástica converge en regresión hacia la miseria moral, el
infortunio.
Escenografía,
vestuario, luces marcan el
derrotero. Se destruyen los muebles, se llena de periódicos la casa, cuelgan
harapos en las paredes. El vestido
nupcial, adornado con flores de
papel, engulle a la novia bajo el pie
del usurpador. Es una acción escalofriante.
La banda sonora, acertadamente concebida para su
repercusión trágica, presenta algunos saltos de origen técnico, que deben ser revisados.
Con esta pieza, la agrupación teatral matancera obtuvo Gran Premio de Puesta en Escena,
Diseño Escénico y de Actuación Masculina
en el Segundo Festival de Pequeño
Formato de la Habana,
2000 y ahora, con renovado ìmpetu, se presenta como joya auténtica a los
amantes del arte dramático en la Atenas de Cuba.
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