Corría la última mitad del siglo XIX cuando el primero
de enero de 1882 se inauguraba en la ciudad de Matanzas la primera farmacia de
estilo Francés del territorio con equipamiento y perspectivas de la modernidad
que auguraban los disímiles descubrimientos político sociales de la centuria
que terminaba y de la que se vislumbrara.
Los doctores Ernesto Triolet y Juan Fermín Figueroa
inauguraron el inmueble que hoy mantiene su estructura cual si fueran los
primeros días de su apertura.
Al triunfo de la
revolución sus descendientes la mantenían con todas sus características y la
entregaron para posteriormente convertirla en museo.
De la familia Triolet quedan aún muchos descendientes que – aun cuando viven en la capital del país—mantienen estrechos vínculos con dicho museo y el pasado año le donaron algunas de las piezas, juguetes y objetos de la familia utilizados por los infantes.
En entrevista con algunos de ellos supe que también atesoran colecciones de revistas y periódicos donde se ofrece información de la farmacia y que pretenden en algún momento donarlas a la institución.
El museo Farmacéutico, 135 años después de su creación,
mantiene frascos, medicamentos confeccionados allí o importados, materias
primas para prepararlos y utensilios médico farmacéuticos casi desconocidos en
la época actual, además de más de un millón de recetas atesoradas en los libros
de la botica con el contenido, formulación y nombre de los médicos que las
confeccionaron.
Otra de las curiosidades que ofrece al visitante es la mesa dispensarial, laureada con la presea de bronce
en la Exposición Mundial de Paris en 1900, que permanece con todos sus detalles
, así como medicamentos de plantas y algunos raros, como el aceite de alacrán
para fricciones Y las más insospechadas
informaciones contenidas en los libros de asentamiento de fórmulas.
El hecho de conocer que habían experimentado con el aceite de alacrán nos
muestra que fueron visionarios de lo que en el siglo XX o el XXI se pretende
con estos medicamentos basados en experimentos con animales.
La farmacia Triolet también contó en sus inicios con la
primera mujer graduada como Doctora en Farmacia que tuvo Cuba: su nombre es María de los Dolores Figueroa y Marti,
quien fuera hija del Doctor Juan Fermín y se hubo de casar con Triolet en enero
de 1891 y de cuya unión nacieron tres hijos.
Sin dudas todo tiene su historia, lo importante es
mantenerla viva y conocer a profundidad los orígenes de las cosas para aprender
a amarlas y cuidarlas.
Como preámbulo a los festejos del 325 aniversario de
“Mi ciudad”, esa Matanzas que tanto aman quienes la viven y luchan por ella, creo interesante que se conozca la historia de una institución
centenaria que como patrimonio inmaterial del país aporta dividendos económicos
al turismo pero más que todo al conocimiento
interior y la cultura ciudadana.



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