lunes, 6 de febrero de 2017

Una entrevista con pocas preguntas y muchas respuestas.


Cuando hace más de tres décadas llegó al teatro Papalote como recién graduado del Instituto Superior de Artes (ISA) para hacer su servicio social, algo me dijo que Rubén Darío Salazar Taquechel, --ese orientalito pequeñito de estatura pero grande de corazón y cubanía-- iba a llegar muy lejos en el teatro. 
Okin Eiyé Ayé fue la primera obra que le ví interpretar con gran éxito y que le llevó a varios escenarios interncionales me fascinó desde el principio.
Aunque también debo confesar que superó mis expectativas pues no solo es actor, director teatral profesor y escritor; sino que también incursiona valiente y eficazmente en el periodismo, ese que hace crítica pero que también es capaz de reflexionar correctamente sobre el derrotero de una acción. (En cierta ocasión me confesó que inicialmente enfiló su vocacion al periodismo pero luego se definió por la actuacion.)
Yo jaraneo con él y siempre le digo que es el Rey Midas del teatro de títeres cubano porque no hay obra que se le ocurra o proyecto que apadrine que no resulte exitoso.
 La prueba más fehaciente de ello es su asesoría o anuencia para que dos de sus actores realizaran sus sueños de ver sus obras en escena: María Laura Germán y Yadiel Durán, la una con Los dos príncipes, un romance entre luces y sombras que obtuvo el 19 de enero último, el Premio Villanueva de la crítica teatral; y el otro con el estreno este 7 de enero, del teatro coreográfico Cuatro, -- Beca de creación Santa Camila de La Habana Vieja, de la Uneac matancera, ganada por dicho joven bailarín y coreógrafo Yadiel Durán, quien también ha actuado con Teatro de Las Estaciones en obras como Canción para estar contigo (2011), Cuento de amor en un barrio barroco (2014) y Los dos príncipes, además de coreografiar El irrepresentable paseo de Buster Keaton (2014).
Por eso es que para mí Rubén Darío Salazar Taquechel es uno de esos seres que irradia luz y amor por lo que hace.
Una de sus confesiones más recientes llegadas a mí así lo atestigua:
RDST --“Cada año, desde 1994, Teatro de Las Estaciones se afana en crecer con la conciencia plena de que siempre podemos ser mejores. Asumimos  el refrán popular que dice que si se quiere llegar a un lugar  de forma rápida, hay que ir solo, pero si el asunto es llegar lejos, entonces hay que marchar inevitablemente acompañados. Esta última reflexión, ha sido nuestra máxima de vida, sumar colaboradores en  cada nuevo trabajo, conformar una  familia de colegas y amigos, teatreros o no, que consolidan, con su fe en las artes, el resultado final de nuestras aspiraciones.”

Y puedo avalar su reflexión porque cuando en el año 2000 se le ocurrió rescatar la historia del títere y los mejores titiriteros cubanos de la primera mitad del siglo XX, me enamoró con la niciativa y me sumó con la urgencia de hacer algún documental al respecto. Así surgió la idea de hacer una gira nacional con la obra de Pelusín del Monte para homenajear a Dora Alonso, o recopilar la historia de los hermanos Camejo y Pepe Carril y surgieron varios de mis documentales incluido el “Retablo para un niño solo”, dedicado a Senén Calero, “La Magia de la ternura”  dedicado a Dora Alonso o “Tiriritero de corazón”  por sólo mencionar algunos.
Rubén es de los que piensa según vive pero que vive con la mira puesta mucho más allá de sus expectativas virtuales que poco a poca hace realizad. Si le preguntáramos al respecto respondería:

RDST: “Inútil vanidad es pensar que en materia cultural uno llega plenamente a sitio alguno. Para los artistas el horizonte debe ser algo inalcanzable, un límite a conquistar sin ser conquistado definitivamente.
El 19 de enero nos fue entregado el Premio Villanueva de la crítica teatral por nuestro espectáculo Los dos príncipes, un romance entre luces y sombras de María Laura Germán sobre el poema de José Martí. Este mismo montaje recién acaba de recibir el Premio Caricato de teatro para niños de la Uneac a la mejor puesta en escena de 2016. En el propio concurso estuvo nominada en la categoría de teatro para adultos, la también actriz titiritera María Laura, por su papel protagónico en el Retablillo de Don Cristóbal y la Señá Rosita, nuestro más reciente estreno de títeres para los espectadores mayores, inspirado en dos textos para retablo de Federico García Lorca.
En la propia ceremonia del Premio Villanueva…que tuvo lugar en nuestra sede, la Sala Pepe Camejo, en Matanzas, me dieron el Premio de Crítica Tablas 2016, por la entrevista  Joel Cano o el excitante desafío de la escritura teatral. Según expone el acta del jurado, por  “…el recurso efectivo de un diálogo más relacionado al testimonio, donde la voz del entrevistado pasa a un primer plano. Resulta este intercambio, un útil, oportuno y exhaustivo relato en la voz de su protagonista, de la génesis y producción de este imprescindible autor en el campo de la dramaturgia para niños y de títeres…”
El 22 de enero, en Las Tunas, nos fue concedido el Premio Puertas Abiertas, por la presentación del espectáculo Una niña con alas, catalogado como la mejor producción nacional para niños de paso por el balcón del oriente cubano. Entregado por Teatro Tuyo, con la imprescindible colaboración del Consejo Provincial de las Artes Escénicas, este es un trofeo que no solo busca reconocer, sino también agradecer y estrechar fuertes lazos de amistad e intercambio con aquellos que abren sus puertas a los creadores y público tunero.”
Sus reflexiones no hacen más que mostrar su sentido de la colaboración y el orgullo que siente de su colectivo. Y digo más: la satisfacción de impulsarles a que creen y hagan realidad sus sueños.
Aún recuerdo su desasosiego en la década de los años 90 cuando la disyuntiva de permanecer como actor en el teatro Papalote, con un prestigio incipiente muy bien ganado; o abandonar la comodidad de la escena para lanzarse a la aventura de crear su propio colectivo, le martirizaban la existencia.
Hizo bien en oir los dictados de su corazón y su razón. Hoy la vida le dio la razón. Ha sido actor, director y promotor de las ideas de otros, lo que engrandece su quehacer.
Teatro de las estaciones ya es historia.
Historia viva de lo que significa el amor al trabajo creador y lo imprescindible de la colaboración en equipo si se quiere triunfar y hacerlo bien.

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