La
provincia de Matanzas siempre tuvo fama de acunar ciudadanos cultos, que gustan
de las artes y propician espacios para su desarrollo. Pero actualmente existen
dificultades para lograr la plenitud del esparcimiento sobre todo en la
cabecera provincial y de los municipios.
Desde
el siglo XIX se conoce a Matanzas como “La Atenas de Cuba” por la relevancia y
grandeza de sus poetas, escritores, educadores y artistas en general, epíteto
éste que llega hasta a la actualidad con juzteza…
Sin
embargo, los días en que funcionaban a la perfección las 10 instituciones
básicas de la cultura en todos sus territorios y los cines exhibían filmes de
última demanda, había bailables populares todos los fines de semana o
actividades en las casas de cultura, con la banda de música y muchas de las
tertulias habituales han pasado a la historia. Quizás por la falta de
presupuesto o el elevado costo de las actividades ya sea por el audio o porque la
música grabada cuesta mucho, es casi imposible mantener programaciones estables
y regulares.
Se
suma a ello el deterioro tangible de las edificaciones como casas de cultura,
museos, teatros y locales necesitados de
reparación o excesivamente demorados en sus inversiones.
El
resultado, por ejemplo, la pérdida del
gusto por la música sinfónica que en Matanzas era una constante por tener la
más antigua de las orquestas de su tipo del país en activo y con calidad de
excelencia. Todo por estas su sede habitual, la Sala White y el teatro Sauto en
reparación desde hace más de 15 y cinco años respectivamente.
Sin
dudas lo fundamental en cualquier tipo de actividad son los recursos materiales
y humanos. Cabe accionar sobre ambos urgentemente porque así la chabacanería y
el mal gusto finalizarían su habitad en una ciudad y provincia con renombre.
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