lunes, 19 de noviembre de 2012

A los 112 años, Elpidio Ramírez goza de buen ánimo y salud

Pablo Soroa Fernández
Elpidio junto a sus hijosGuantánamo.- Elpidio Ramírez Londres, un guantanamero que cumplió el viernes último 112 años, festejó el acontecimiento con el privilegiado sitial de ser una de las personas más longevas de Cuba, y sin dudas, en el planeta.
Rodeado de familiares, amigos y vecinos de la  barriada sur de esta ciudad, donde reside hace décadas, el agasajo se tornó oportunidad para recuerdos, consejos y alegrías.
Junto al centenario disfrutaron tan largo durar, sus hijos Tony Ramírez Martínez (el menor, con sus 61 primaveras), los jimaguas Rafael y Silvia (65) y María, que dentro de poco será septuagenaria.
También estuvieron María Melisa, una de sus tataranietas, y la bisnieta Rachel, que no dudó en dedicarle un poema: “mi bisabuelo es como el vuelo suave de una mariposa /es dulce y cariñoso como el viento de primavera/ que se enoja pero vuela/ y se divierte conmigo”
La emoción y las lágrimas promovidas por ese gesto de ternura, no empañaron la fiesta, mas bien sirvieron de pretexto a Elpidio para tomarse un trago de ron, costumbre que durante su juventud ejerció con moderación, y es una de las tres causas a la que atribuye su larga estadía sobre la tierra.
El trabajo en el campo, durante casi seis décadas, y el amor que le dispensan sus seres queridos, son, según el entrevistado,  los otros dos factores, “por los que no he renunciado a  vivir, a pesar de mis achaques y de los golpes que a nadie en esta vida escapa”.
Elpidio  camina sin más ayuda que un bastón,  prescinde  de asistencia para bañarse y comer,  y disfruta de una memoria, sino privilegiada, al menos poco común para las personas de su edad, luego de transitar por tres siglos.
Nació el 16 de noviembre de 1900,  al final de la centuria decimonovena, transitó toda la vigésima y se mantiene en la vigésimo primera, como él dice, "con algunos problemas de salud, pero aquí arribita”.
Que trabajó mucho, pero no descuidó el amor, lo ejemplifica su larga descendencia: siete hijos (de los cuales dos fallecieron), 79 nietos, 141 bisnietos, decenas de tataranietos y nueve choznos, como se denomina a la prole  de estos últimos.

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