Cartel del diseñador Zenén Calero para el proximo estreno de Teatro de las Estaciones. |
Los títeres, desde su origen, nunca fueron un arte exclusivo del
universo infantil, los adultos se sumaban a la magia de las figuras en las
plazas, mercados y tabernas en igualdad de condiciones que los niños. Cuba ha
tenido momentos de oro en este segmento del retablo dedicado a los espectadores
con mayoría de edad y también un silencio respecto a este género demasiado
largo. De manera indistinta se han producido espectáculos de este corte por
grupos como el Teatro Nacional de Guiñol (a quien corresponden las mayores
glorias por todo lo realizado entre 1962 y 1971, con los Camejo y Carril al
frente de la agrupación, luego se retomó esta modalidad por los directores
Modesto Centeno, Roberto Fernández y Armando Morales, entre otros), el Teatro de
Muñecos de La Habana, el Guiñol de Camagüey, el Guiñol de Matanzas y el actual
Papalote, el grupo Los cuenteros, el Guiñol de Holguín, la Compañía de
Marionetas Hilos Mágicos, recientemente Teatro de Las Estaciones, el Guiñol de
Guantánamo y el Teatro Océano, entre otros colectivos interesados en decir lo
suyo para adultos a través del misterio inatrapable de los muñecos. Una acción a
favor de esta forma escénica, fue sin dudas la celebración de la 1ra Bacanal de
Títeres para Adultos, realizada el pasado marzo en La Habana. En esta fiesta
teatral se leyó el texto Burundanga, original del dramaturgo Luis Enrique Valdés
Duarte, defendido por las actrices Sara Miyares y Maribel García Garzón, del
Teatro de Muñecos Okantomí, con dirección artística de Rubén Darío
Salazar.
De la lectura a la escena, Burundanga se convirtió en un proyecto a
representar en una coproducción entre el mencionado Teatro de Muñecos Okantomí y
Las Estaciones matanceras. La canción de Oscar Muñoz Bouffartique, que le hiciera ganar un disco de oro a la gran
Celia Cruz en 1957, es el motivo que desata la fábula dramática. La cantante gitana Lola Flores es requerida
por la cubana para grabar a dúo dicho tema en Nueva York y al no entender la jerezana de que
trata la letra la habanera le explica, hasta que se dan cuenta de que esta
guaracha pegajosa está ligada a la vida de ellas dos. Es en esa ficción donde la
imaginación del dramaturgo enrumba por un camino lleno de ironías, detalles
reales de las biografías de ambas divas, personajes típicos de Cuba y España,
nostalgias, confesiones y desencuentros.
Con diseños de Zenén Calero, coreografía de Liliam Padrón, asesoría en la
animación de Pedro Valdés Piña, asistencia de dirección de Guillermo Pérez
Veranes, puesta en escena de Darío Salazar, más el apoyo de un equipo de
realizadores y colegas, Sarita como Celia y Maribel como Lola contarán este lío
para actrices y muñecos de Valdés Duarte, con marottes, títeres de mesa, planos,
de guantes y de varillas. Canciones del repertorio de ambas divas serán
escuchadas como parte del montaje previsto para estrenarse en los primeros días
del mes de octubre en la Sala Adolfo Llauradó de la capital.
El pre-estreno, será a finales de septiembre en la propia ciudad de Matanzas.
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