Cuando
finalicé mis estudios de periodismo y comencé a trabajar en Matanzas no tenía
idea del desarrollo que, en mi provincia, tenía el teatro de títeres. Confieso
que llegué a ese mundo por mediación de mi peluquera Lea pues su novio era
director de teatro y ella hablaba mucho de su trabajo y lo lindo que era el
mundo de los títeres.
Fue
así que un día el jefe de información de mi centro de trabajo me asignó la
tarea de cubrir un estreno del grupo de teatro Guiñol, que andando el tiempo
luego se llamó Papalote.
René
Fernández –que se convertiría hasta hoy en el esposo de mi peluquera-- era un
actor más que escribía y dirigía obras para niños.
Su
historia, amén de los desafueros de la década gris, es un ejemplo del amor al
teatro, los niños y la importancia de educarlos y adentrarles en el mundo del
conocimiento y los buenos modales a
través de una obra de arte.
Este
año René Fernández Santana llega a sus siete décadas de vida y me complace
saber que se festejará mediante una jornada que comenzará el próximo 21 de
enero con un Coloquio en la Casa de la Memoria Escénica y se extenderá hasta el
ocho de abril, día en que el destacado teatrista, premio nacional de teatro y
director del colectivo de Papalote cumple sus setenta años.
Según
me informaron la jornada se iniciará a las dos de la tarde coincidiendo con el
día del teatro cubano –- que se festeja en conmemoración a los sucesos del
teatro Villanueva durante la etapa colonial -- e incluye entre otras
actividades y estrenos o reposiciones de obras, la apertura de una exposición
titulada “Setenta instantes de una primavera” en la galería La UNIÓN,
ubicada en la sede del teatro Papalote, a las dos de la tarde el miércoles 22
de enero.
La
muestra está compuesta por afiches, fotos títeres, escenografía y disímiles
objetos que a lo largo de estas siete décadas tuvieron que ver con la vida y
obra de Fernández Santana.
Un
digno homenaje a quien no sólo se ha dedicado a su pasión fundamental, hacer
teatro para niños; sino que ha puesto su talento, creatividad y deseos de hacer
en función de su comunidad ya fuera como pedagogo, actor, director o
simplemente consultor de varias generaciones.
Me
agrada saber que tengo su amistad y que siempre cuenta con mi trabajo para
divulgar el quehacer de su colectivo y creo que estas líneas son un tributo a
quien lucha por realizar sus sueños sorteando todas las dificultades y
confiando siempre en que la vida honra a quienes saben enfrentarla con dignidad
y respeto por lo que hacen y por el público
ante el cual se presentan.
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