martes, 28 de diciembre de 2021

60 años de ser libres de analfabetismo.

Recordar, tener memoria histórica es privilegio de todos los seres humanos en cualquier época o tiempo terrenal.

Para mi es grato recordar aquéllos días finales de la campaña de alfabetización donde desde las filas de las brigadas de alfabetizadores Conrado Benítez aporté mi granito de arena. Ése que me enorgullece hoy día.

Lo primero que recuerdo es aquél tren con vagones de transportar caña que atravesaba el país con los alfabetizadores y que llegó a la capital bajo una pertinaz llovizna. Sin embargo, lejos de angustiarnos nos llenó de esa alegría infanto-juvenil que todos teníamos por haber cumplido con el pedido de Fidel.  

Al llegar a la capital nos dieron los lugares de alojamiento: las casas de los habaneros que se ofrecieron a hospedarnos aún sin conocernos.

A mí me tocó una vivienda en la dirección de Noriega número ocho. Es lo único que recuerdo porque me habían advertido que la Habana era muy grande y si lo olvidaba me perdería y nadie me encontraría.

Yo sólo tenía diez años en ese 1961 y prácticamente los cumplí en las labores de preparación y realización de la gesta.

La señora de la casa, no recuerdo su nombre, nos trató de maravillas y lo primero que hizo fue llevarnos por toda la parte vieja de La Habana y atravesar el túnel, que era la novedad del momento para los “guajiritos” que llegaban a la capital.

El día del acto de aquél 22 de diciembre de 1961, diferentes ómnibus nos recogieron y llevaron a la plaza de la Revolución. La parte donde nos dejaron estaba junto a los brigadistas que tenían gigantescos lápices y en los filmes vi estaban en la primera línea del desfile.

Yo logré llegar hasta my cerca de la tribuna y recuerdo todo como si estuviera ahora en ese acto.

Recordar el año que estuvimos entregados a la campaña de alfabetización es algo reconfortante pues se contribuyó a que los cubanos fuéramos más libres y educados.

Eso también me abrió las puertas al entendimiento de lo importante que es adquirir conocimientos. Eso me dio el valor suficiente para continuar estudios hasta la universidad y aprovechar todas las oportunidades que nos brindó la revolución en esos años.

Ahora, seis décadas después miro atrás y veo que esos años fueron muy importantes para mí. Hoy además de periodista, logré ser profesora de la Universidad y a lo largo de mi existencia  he compartido y traspasado mis conocimientos a quienes lo han pedido o necesitado.

Hoy atesoro los recuerdos con las medallas de la alfabetización, el Aniversario 40 de las FAR que se entregó por ser miembros del Ejército de alfabetizadores como dijo Raúl, aquel pequeño carnet con mi imagen de hace 60 años, y el certificado que me entregaron cuando el primero de mis alumnos hizo la carta a Fidel y se graduó de alfabetizado. En este camino de la enseñanza que no para hasta hoy la campaña de alfabetización fue el comienzo.

 

 

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