Los preparativos para participar del onceno Festival de Música de Cámara incluyeron a lo largo y ancho del país jornadas
regionales en varias provincias del país
a finales del 2013 y hasta febrero de 2914.
Matanzas no fue la excepción y asistí al efectuado en
la Ermita de Moserrate con los grupos femeninos Trío Bonanza y el cuarteto de
cuerdas Ganma.
Fue una especie de audición donde los organizadores del Festival, que auspicia el maestro Frank Fernández en la capital del país,
evaluaron la calidad y posibilidades de dichos grupos.
Excelente decisión porque a pesar de ser un festival
nacional y ofrecer la posibilidad de participación a quienes lo deseen, este
paso evaluativo garantiza la calidad de los que asistan ya que no es
competitivo pero si una vía de enriquecimiento espiritual para quienes ya sea
desde el público o el escenario desean escuchar buenas interpretaciones.
En el caso de las matanceras que pretenden integrar el
programa del festival, las piezas que interpretaron incluían a Mozart,
Cervantes, Piazzola O Tomas, y tienen en su haber la diversidad pues las
cuerdas de Ganma y los instrumentos de viento de Bonanza aunque son diferentes
sonoridades tienen perspectivas de agradar a los auditorios.
El festival, a efectuarse del 25 al 29 de marzo
próximos, ofrece la posibilidad de satisfacer las expectativas de quienes
gustan de ese arte pero también pueden ser un acicate para quienes aún no
conocen los secretos de la llamada música culta, barroca o antigua como se
prefiera.
En momentos en los que pretendemos rescatar valores
entre las nuevas generaciones y las ya no tanto, la música sería una vía porque
a la vez que agrada el oído – dicen que la música amansa la fiereza en los
animales-- permite enseñar al ser humano
cómo comportarse en diferentes escenarios.
Ahora recuerdo la primera vez que de niña fue a un
concierto con mi tío Reynaldo. Quien evitó hiciera el ridículo cuando al pensar
que ya había terminado la pieza musical fui a aplaudir y sujetó mis manos para
explicarme que sólo había terminado uno de los movimientos del concierto.
Lo que quiero decir es que se aprende a comportar en un
teatro a convivir en sociedad con buenos modales, en fin a ser mejores seres
humanos.
Sería interesante que los directivos de los centros
provinciales de la Música programaran en las pocas salas de la ciudad recitales
de grupos de la música llamada culta para, --como se hizo al triunfo de la
revolución con las presentaciones didácticas del Ballet Nacional de Cuba —las
personas se interesen y tengan una opción más de la cultura. Hay que recordar
que lo que no se conoce no se puede apreciar o entender.
Los cubanos saben hoy de ballet porque al pueblo se le
enseñó a apreciarlo.
De eso se trata.